La verdad es que había ganas de cambiar el rollito y volver a lucir silueta (para las que la tengan).Porque mire el defile que mire (en lineas generales) casi todos evocan a la ultra-femenina mujer de los 50.
Si en el verano la imagen inspiradora era la de una rotunda pin up, ahora que el frio se va a acercar (tranquisssss, no diré que está cerca, gracias a dios no lo está), hay que rendirse a los vestidos curvilíneos, a las faldas de cortes trapecio y a los cinturones finitos.Vuelven los estilismos cincuenteros, por debajo de las rodillas y desterrando al pantalón.
De la mano de Jean Paul Gaultier, lo vemos en su versión más fetich y casi sado:

Armani muestra el clasicismo más chic:



Chanel con materiales, bordados florales y botones que a mi (Dior me libre de juzgar) inexperto ojo, le recuerdan a los de la abuelita (rusa, pero abuelita al fin y alcabo);


Pero el auténtico artífice del revival cincuentero es sin duda Louis Vuitton; que no se sale del patron ni un milímetro en su apuesta para la pasarela de otoño/invierno 2010-11




Gafas, bolsos, cinturones, etc... todo se rinde al aura de Sandy de Grease.
La duda que me asalta es; si a las raspitas de pescado que son las modelos, les hace gordas las americanas de tweed y las faldas evasé con un extra de volumen...¿que será nosotras las mortales cuando nos plantemos esas prendas frente al espejo?Me da en la nariz que Zara y Mango va a tener que oir muchos juramentos en los probadores esta temporada.
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